Blog de análisis de los diarios argentinos.

lunes, 2 de julio de 2007

La difícil dialéctica entre el poder y la información

“- ¿Viste, Magnetto?, ya tenemos el poder.
- No, Chacho, no te equivoques. El poder lo tenemos nosotros.
El contrapunto entre los pares ocurrió lejos de LA VIUDA. Carlos “Chacho” Álvarez ya era el vicepresidente de la Nación y Magnetto el insustituible vicepresidente del holding”.
Este fragmento del libro “La Noble Ernestina” de Pablo Llonto ilustra claramente como los multimedios se ven a sí mismos, a partir del caso testigo que en la Argentina es el Grupo Clarín.
Es indiscutible como el capitalismo pos caída del Muro de Berlín ha incorporado a un nuevo actor en lo que se refiere a la lucha por el poder en las sociedades modernas, porque hoy los medios juegan un papel decisivo en el manejo de la información que llega a las personas.
Actualmente, los medios de comunicación acompañan masivamente a los ciudadanos. Su instalación en la vida cotidiana, su consolidación como espacio público y su participación activa en la discusión de los temas los ha convertido en actores principales de este tiempo.
Este protagonismo se ha construido en la medida en que han logrado legitimarse como espejos privilegiados de una realidad que le sería esquiva al ciudadano común. Pero esto contrasta con la constatación cotidiana de que más que espejos, los medios son una estrecha mirilla por donde la sociedad, fisgona, se entera de lo que pasa.
En la década del noventa en la Argentina se generó una gran concentración económica de los medios de comunicación y, lo más peligroso es que esto posibilitó, además, la centralización en pocas manos del monopolio de la producción de sentidos. El Grupo Clarín es la muestra más clara en el país de cómo un multimedio forja la ausencia de debate.
Llonto señala en su libro que una de las frases que siempre repite la dueña y directora del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble (a la que él llama LA VIUDA), es: “no se puede gobernar en este país si tenés a Clarín en contra”, y esto explica porque aclara una y otra vez a lo largo de su obra que “a los Noble conviene tenerlos más de amigos que de enemigos”.
¿Cómo se llegó al punto de que para gobernar sea necesario el apoyo de un diario? Un primer plano para analizar sería el geopolítico, es decir, el gran cambio que significó en los noventa la caída de la Unión Soviética. Fue el fin de una manera de pensar el mundo, maniquea, dividida en bloques, el fin de una lógica de enjuiciamiento binario y de una estructura que había encontrado su equilibrio en el temor a la fuerza destructiva del otro. Fue también la época del triunfo del economicismo y el fortalecimiento, a lo largo de la década, de la idea de la información como mercancía.
La caída del socialismo y la entronización del “nuevo orden institucional” regido por el mercado se tradujo rápidamente en un vacío total de debate que fue copado de inmediato por el pensamiento único ¿Quién podía canalizar este pensamiento sino los medios de comunicación y los incipientes multimedios?
Dueños de la voz de la información disponible, no les fue difícil posicionarse como conductores de la opinión pública. En el caso de Clarín, así lo explica Llonto: “Cuando los dos partidos más grandes de la Argentina se dieron cuenta de que Clarín no sólo pensaba en los negocios, ya era tarde. Se habían gastado buena parte de su vida política bajo la creencia de que podían conquistar los favores eternos de LA VIUDA con alguna primicia o algún acto de servicio desde el oficialismo o desde las legislaturas. La dura realidad los pondría en su lugar”.
¿Hay pobreza en la Argentina? ¿Creció o bajó? ¿Son correctos o confiables los datos del INDEC? ¿Tienen razón los encuestadores no oficiales que hablan con otros datos? Este es un territorio de disputa donde el sentido de los datos es una compleja construcción.
Mientras no exista una multiplicidad de voces, un espacio público poblado de múltiples versiones y el sentido continúe anclado en un puñado de medios con la capacidad de condicionar la vida de más de 37 millones de personas, ningún gobierno tendrá la posibilidad de moverse con honestidad y lejos de la corrupción, para que sea factible que la información llegue al grueso de las personas de forma transparente y sin tergiversaciones y nadie pueda inducir a otros en como pensar, sentir o votar.

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