La mejor noticia es la que deja más ganancia, y un medio, en determinados casos, hasta puede sacrificar esa ganancia en función de un beneficio mayor: la conservación del sistema. Aún con la mirada puesta en el lucro, los medios nunca dejan de ser instrumentos del grupo de poder que lo contiene para difundir contenidos que convienen a sus intereses.
El caso del neoliberalismo muestra bien cuan alejada está la noticia del bien común. Por ejemplo, el Consenso de Washington nunca hubiera podido instalarse con la amplitud y la profundidad con que lo hizo en todo el mundo sin la ayuda de los medios.
En la Argentina, el papel de la prensa fue también protagónico para que la mayoría de la población, que en la última década descendió de clase o se derrumbó económicamente hacia la pobreza o hacia la indigencia, aceptara con gusto y hasta respaldara medidas y cambios que eran perjudiciales para sus propios intereses.
Ahora bien, es indiscutible que la información es un bien socialmente necesario, porque en las actuales sociedades posindustriales, la información contribuye al debate público, hace a la opinión pública, cuya forma de expresión, por excelencia, son las elecciones. Y precisamente esto es lo que hace que exista, en todo sistema de medios de comunicación, un interés político y un proyecto político. La información es poder, ergo, los medios son un negocio.
Las relaciones con la publicidad han hecho oscilar la balanza entre el contenido redaccional y el publicitario de un medio. En Argentina el texto informativo se convirtió en señuelo para atraer al publicitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario